
Llevo unos días sin poder descansar bien. Lo último que pienso antes de dormirme y lo primero que pienso al despertar: ¿cómo vamos a llegar a un acuerdo de las vacaciones de los niños? Aquí en Alemania tienen 12 semanas de vacaciones escolares, que sumadas a los festivos y puentes son algo más de 15 semanas. Está claro, que nadie tiene tantas vacaciones en el trabajo y que los niños tendrán que pasar por alguna escuela de verano, quedarse a cargo de la canguro, etc.
En este momento, llegar a un acuerdo con el padre de los tres niños, no está siendo nada fácil. Yo pretendo dividir las vacaciones a medias, su propuesta es dividir las vacaciones a medias menos las del verano, en la que los niños se quedarían conmigo durante las 6 semanas.
No sé cómo es la experiencia de otras personas separadas, pero a mí estas discusiones me quitan mucha energía y muy a menudo pienso: «pues venga! no te preocupes, que se queden conmigo todo el verano, que yo ya me las arreglaré con el trabajo»…Despúes, mi parte más luchadora y fuerte dice: «no». No quiero que los niños no vean a su padre durante un mes y medio. No quiero no tener un segundo de descanso para mi durante un mes y medio. No quiero sacrificar mi salud y terminar agotada, de mal humor, porque al final eso lo pagan los niños. No quiero y no tengo por qué.
Sé que hay batallas en las que es mejor dejarse vencer. Esto es una carrera de fondo. Precisamente por eso, marcar límites y definir claramente responsabilidades y derechos es muy importante para mí. Aunque en este momento es difícil, este no es el momento de tirar la toalla.